La Real Fábrica de Tapices, establecida por Felipe V a principios del XVIII con artesanos flamencos dirigidos por Jacobo Vandergoten cuyos descendientes aún la regentan, se sitúa primero en Santa Isabel y posteriormente en Santa Bárbara. En 1889 se traslada a Pacífico, sobre una manzana resultante de la ordenación del olivar y huerta del convento de Atocha. De ella salen tapices que siguen cartones pintados por Goya y otros artistas.
Conjunto formado por un edificio representativo, de tres plantas, con portada de acceso y eje sobre la calle Fuenterrabía. A cada lado, en L, doblando sobre las calles laterales, los edificios puramente industriales, de una sola planta con mayor altura y grandes huecos. Composición simétrica apenas alterada por las pendientes que permiten un semisótano a Julián Gayarre. Completan las edificaciones sobre la manzana la gran chimenea y tres naves auxiliares, de menor tamaño, a Vandergoten. Muros de fábrica de ladrillo de bella traza, zócalos pétreos de sillería o mampuesto, fachadas lisas con decoración muy sobria en ventanas e impostas, marcando niveles de pisos y aleros, en la estética neomudéjar imperante. Interesantes testeros escalonados.