La llamaban «la obra» porque estaba llena de columnas y vigas. Los vecinos salían cuando hacía sol. De izquierda a derecha, su tía Peque, su madre Victorina, Emilio (un vecino), Conchi (vecina) y, en primer plano, la señora Gencia, con su nieto Eduardito y María Teresa detrás. Ahora este lugar lo ocupa la casa de don Pablo, el cura de Aravaca.