El asunto religioso se transforma aquí en una escena doméstica de interior, en la que unas mujeres se aprestan a lavar y vestir a la recién nacida mientras, al fondo, Santa Ana, en el lecho, es atendida por una sirvienta que le acerca algunas viandas en una bandeja ante la atenta mirada de San Joaquín.
Se trata de una composición que repite el esquema iconográfico tradicional de este tema, donde puede verse cierta influencia nórdica en la importancia que adquieren los detalles domésticos y anecdóticos, como el mobiliario, el menaje o el brasero en el que la mujer calienta la camisa de la Virgen.
Fuente: Catálogo de las Pinturas, 1990, pág. 140-141. Museo Municipal de Madrid