Casada con un militar que participaba en la defensa de Zaragoza, Agustina de Aragón estaba atendiendo heridos junto a la puerta del Portillo cuando, habiendo fallecido todos los defensores del puesto, los franceses se aproximaban para entrar por dicha puerta en la ciudad sitiada. Agustina recogió una mecha encendida de manos de un artillero moribundo y consiguió disparar un cañón del 24 cargado de metralla contra la columna francesa. Temiendo una emboscada, los franceses se retiraron, dando tiempo a que nuevos defensores ocuparan la batería y continuaran disparando.