País de papel grabado e iluminado. Varillaje y padrones de madera dorada. Guardapulgar de hueso. Clavillo reforzado con virola metálica.
Altura: 21,5 cm., vuelo: 160º.
A principios del siglo XIX era costumbre adornar los abanicos con escenas que iban más allá de lo puramente ornamental. Estas escenas podían incluir retratos, paisajes urbanos e incluso escenas de carácter histórico. Uno de los ejemplos más curiosos es el de este abanico conservado en el Museo de Historia que retrata uno de los desastres que más impactaron en la sociedad española de su tiempo: la rotura del pantano de Lorca del 30 de abril de 1802.