Forma parte esta escultura de la serie concebida por el fraile benedictino Padre Sarmiento entre 1750 y 1753 para la decoración exterior del Palacio Real y concretamente de la balaustrada corrida superior, atendiendo a los proyectos de Juvarra y Sacchetti. Fueron esculpidas ciento catorce estatuas, bajo la dirección de los escultores de S.M. Juan Domingo Olivieri y Felipe de Castro, que se llegaron a colocar total o parcialmente, pues durante el reinado de Carlos III el arquitecto mayor Francisco Sabatini llevo a cabo su desmontaje y almacenamiento en el Palacio.
En 1842 fueron restauradas por Francisco Elías y José Tomás, distribuyéndose por diferentes lugares, como la Plaza de Oriente (cuarenta), el Parque del Retiro (trece), el Museo del Ejército (seis) y otras localidades como Aranjuez, Toledo, Burgos, Logroño y Vitoria.
Esta escultura pertenece a la serie del Museo del Ejército, colocada seguramente tras la restauración y reconversión antes de 1880 del antiguo Salón de Reinos, caracterizándose como en el resto de casos por su escasa relación entre sí, mezclándose dinastías, reinos españoles y épocas sin orden.
Esta estatua está dedicada al rey Felipe IV de España, pues aunque no está identificada in situ, su imagen se conoce gracias a los muchos retratos pictóricos y grabados que de él se conservan.
Miembro de la dinastía Habsburgo, uno de los llamados Austrias menores, nació en Valladolid en 1605 y falleció en Madrid en 1665, tras una intensa vida en lo político y en lo personal. Intentó reformar las instituciones de la monarquía, pero no lo hizo directamente sino por encargo a su valido el Conde-Duque de Olivares, lo que fracasó por la oposición de los magnates, los consejos, la presión fiscal, las revueltas, la decadencia económica, etc., aún cuando durante su reinado hubo un esplendor inusitado de las artes.
El traslado de esta estatua a este lugar podría estar relacionado con su responsabilidad en la creación del Palacio y Jardines del Buen Retiro a partir de 1632, de los que este Salón de Reinos es uno de los escasos restos. Por tal razón, esta estatua, junto a la de Luis I que nació en este palacio, tendría justificada su permanencia, mientras que las otras cuatro sin identificar podrían servir para completar la serie del Parque del Retiro o de la plaza de Oriente.
No obstante, se propone su traslado, pero manteniendo su vinculación al lugar o al Salón de Reinos, en un plan global de ordenación del edificio y su ámbito.