La ciudad fue expandiendo y la necesidad de un viaducto que salvara el fuerte desnivel de la calle Segovia se comenzó a concebir en la época del reinado del primer borbón. La idea inicial partía en el año 1736 por el italiano Juan Bautista Sachetti, uno de los arquitectos que trabajaba en las obras del Palacio Real. El proyecto finalmente no logró ejecutarse. Esta idea de un viaducto se retoma posteriormente durante el gobierno de José Bonaparte (1808-1813), en esta ocasión la motivación urbanística parte de un diseño del arquitecto real Silvestre Pérez, este proyecto fracasa igualmente sin poder materializarse, por falta de recursos monetarios.
Finalmente el proyecto firmado por el ingeniero Eugenio Barrón fue aprobado. El 31 de enero de 1872 se coloca la primera pieza de hierro. Este primer puente de hierro fue un alarde tecnológico e ingenieril de la época y su popularidad fue mucha debido a la gran luz que tenía el paso. Cruzaba el pavimento de la calle Segovia a una altura de 23 metros y poseía una longitud de 120 metros con sus 13 metros de anchura de tablero. Capaz de aguantar presiones de cuatrocientos kilos por metro cuadrado. El puente fue inaugurado el 13 de octubre de 1874, y tras una vida útil de menos de cincuenta años ya se comenzaba a pensar en la elaboración de otro viaducto debido a su mal estado de conservación. El primitivo viaducto de hierro y madera fue derribado finalmente en 1932, después de haberse realizado en él varias obras de rehabilitación y consolidación en la década de 1920.