Diseñado a partir de un estudio previo realizado en Nueva York, Ignacio de Cárdenas, su arquitecto, consigue realizar uno de los edificios más emblemáticos de la Gran Vía. Su estructura metálica hormigonada, al estilo americano, queda envuelta en el exterior con una decoración barroca en portada y vanos, en línea con la tradición arquitectónica madrileña.
Rechazado por el Ayuntamiento de Madrid en un primer momento por su exceso de altura, la compañía propietaria del edificio consiguió que fuera declarado de utilidad pública por el Estado y, de esta manera, su permiso de construcción. En el documento adjunto se ofrece la memoria descriptiva, planos y permisos de obras del edificio.