En pleno cerco de Madrid era importante demostrar que en la ciudad sitiada la vida transcurría con normalidad, de ahí que unas rebajas en los Almacenes Rodríguez de la Gran Vía (repletos de género como si no hubiera guerra, como recalca el periodista) sirvan como escaparate del buen estado de ánimo y el elevado espíritu de los madrileños.