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Descripción
Titulo:
Maria Fernanda Ladrón de Guevara y Amparo Rivelles
Fecha:
2016
Lugar:
Madrid
Descripcion:
Dirección: Calle Flor Baja, 7.
Distrito: Centro.
Colocada en el 30 de marzo de 2016.
Distrito: Centro.
Colocada en el 30 de marzo de 2016.
Tipo:
Placas conmemorativas
Signatura:
s/sign
Palabras Clave:
Comentario
Aquí vivieron y murieron MARIA FERNANDA LADRÓN DE GUEVARA (1897 – 1974) y AMPARO RIVELLES (1925 – 2013). Grandes actrices de una familia dedicada al cine y al teatro.
Amparo Rivelles alquiló un piso en esta vivienda en la que residió hasta comienzos de los 50 del pasado siglo, antes de partir a México, donde estableció su residencia durante veinte años. Durante ese tiempo, la vivienda fue ocupada por su madre, la también actriz Maria Fernanda Ladrón de Guevara, que murió en esta casa en 1974. A su regreso de América, para rodar la película “La playa vacía”, sobre un guión de Jaime Salóm y bajo la dirección de Roberto Gavaldón, Amparo Rivelles adquirió la casa. Después, la actriz regresó a México y sólo volvió a España en los inicios de los ochenta, permaneciendo en esta ciudad y en esta casa hasta su muerte, en noviembre de 2013.
Maria Fernanda Ladrón de Guevara debutó en 1913 con ‘La Malquerida’ de Benavente. La joven actriz de apenas 16 años sería, posteriormente, reconocida por sus interpretaciones en obras tan significativas como ‘El retablo de Agrellano’ de Eduardo Marquina, ‘Mamá’ de Gregorio Martínez Sierra, ‘Campo de armiño’ y ‘La vestal de Occidente’, de Jacinto Benavente o ‘El último pecado’, de Pedro Muñoz Seca, entre otras.
En 1922 crea su propia compañía con Rafael Rivelles con quien casó y será el padre de su hija Amparo.
Su trayectoria artística estuvo especialmente vinculada al teatro, pero también trabajó en el cine, donde debutó en 1930, con la película ‘El embrujo de Sevilla’. Participó también en ‘Rosas de otoño’, de Juan de Orduña o ‘El bosque del lobo’, de Pedro Olea. Estuvo también una temporada en Hollywood doblando al castellano algunas grandes películas norteamericanas. En televisión protagonizó la serie ‘Mi hijo y yo’ junto con Juan Diego.
Tras finalizar la Guerra Civil contrajo matrimonio con Pedro Larrañaga, padre de Carlos Larrañaga, su segundo hijo. Esta tradición familiar ligada al mundo del teatro se prolongó en la siguiente generación con sus nietos Amparo Larrañaga y Luis Merlo.
Por su parte, Amparo Rivelles está considerada como una de las grandes figuras femeninas del cine español de la posguerra y también como la “reina de las telenovelas mexicanas” por sus trabajos en ese país para el medio televisivo. A su regreso a España, protagonizó la adaptación de ‘Los gozos y las sombras’ y de ‘La Regenta’, en la versión de Fernando Méndez Leite.
En 1986 se le otorgó el premio Goya, de la Academia de Cine, por su interpretación en ‘Hay que deshacer la casa’, de José Luis García Sánchez, basada en la obra del mismo título de Sebastián Junyent.
En 1996 recibió el Premio Nacional de Teatro. En 2005 fue distinguida con el doctorado Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia, siendo la primera actriz en recibir semejante homenaje.
Esta casa, por tanto, está impregnada de recuerdos y vivencias ligadas a la escena y a la cinematografía, pues por sus salas se han paseado dos grandes actrices, que han generado, a su vez, una gran familia ligada a la escena teatral y cinematográfica.
Amparo Rivelles alquiló un piso en esta vivienda en la que residió hasta comienzos de los 50 del pasado siglo, antes de partir a México, donde estableció su residencia durante veinte años. Durante ese tiempo, la vivienda fue ocupada por su madre, la también actriz Maria Fernanda Ladrón de Guevara, que murió en esta casa en 1974. A su regreso de América, para rodar la película “La playa vacía”, sobre un guión de Jaime Salóm y bajo la dirección de Roberto Gavaldón, Amparo Rivelles adquirió la casa. Después, la actriz regresó a México y sólo volvió a España en los inicios de los ochenta, permaneciendo en esta ciudad y en esta casa hasta su muerte, en noviembre de 2013.
Maria Fernanda Ladrón de Guevara debutó en 1913 con ‘La Malquerida’ de Benavente. La joven actriz de apenas 16 años sería, posteriormente, reconocida por sus interpretaciones en obras tan significativas como ‘El retablo de Agrellano’ de Eduardo Marquina, ‘Mamá’ de Gregorio Martínez Sierra, ‘Campo de armiño’ y ‘La vestal de Occidente’, de Jacinto Benavente o ‘El último pecado’, de Pedro Muñoz Seca, entre otras.
En 1922 crea su propia compañía con Rafael Rivelles con quien casó y será el padre de su hija Amparo.
Su trayectoria artística estuvo especialmente vinculada al teatro, pero también trabajó en el cine, donde debutó en 1930, con la película ‘El embrujo de Sevilla’. Participó también en ‘Rosas de otoño’, de Juan de Orduña o ‘El bosque del lobo’, de Pedro Olea. Estuvo también una temporada en Hollywood doblando al castellano algunas grandes películas norteamericanas. En televisión protagonizó la serie ‘Mi hijo y yo’ junto con Juan Diego.
Tras finalizar la Guerra Civil contrajo matrimonio con Pedro Larrañaga, padre de Carlos Larrañaga, su segundo hijo. Esta tradición familiar ligada al mundo del teatro se prolongó en la siguiente generación con sus nietos Amparo Larrañaga y Luis Merlo.
Por su parte, Amparo Rivelles está considerada como una de las grandes figuras femeninas del cine español de la posguerra y también como la “reina de las telenovelas mexicanas” por sus trabajos en ese país para el medio televisivo. A su regreso a España, protagonizó la adaptación de ‘Los gozos y las sombras’ y de ‘La Regenta’, en la versión de Fernando Méndez Leite.
En 1986 se le otorgó el premio Goya, de la Academia de Cine, por su interpretación en ‘Hay que deshacer la casa’, de José Luis García Sánchez, basada en la obra del mismo título de Sebastián Junyent.
En 1996 recibió el Premio Nacional de Teatro. En 2005 fue distinguida con el doctorado Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia, siendo la primera actriz en recibir semejante homenaje.
Esta casa, por tanto, está impregnada de recuerdos y vivencias ligadas a la escena y a la cinematografía, pues por sus salas se han paseado dos grandes actrices, que han generado, a su vez, una gran familia ligada a la escena teatral y cinematográfica.
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