Tras la Guerra de la Independencia, Fernando VII se encontró un Retiro casi destruido que debió ser reconstruido por Antonio López Aguado.
La Familia Real se reservó una al noroeste del parque, mientras que el resto del Retiro se abrió a los madrileños.
Entre los nuevos espacios de este Reservado destaca “la Montaña Artificial”. Se trata de una bóveda de ladrillo revestida con terreno natural, árboles, cascadas y caminos de gran pendiente. En la cima, a 12 metros de altura, se levantó un templete que por desgracia sólo ha logrado pervivir en los grabados de nuestros archivos y museos.