La hija pequeña de Andrés, María Asunción, con su perro Moro en el patio de su casa. Un día se quiso escapar y el perro no la dejó. «Era un perro buenísimo», dice Andrés. En la carretera junto a la casa estaba el bar «La Valdepeñera», que era de la hija de Andrés, y al otro lado de la casa estaba el Cine Viejo.