La Fuente de Capellanes se encontraba en la Calle de Preciados esquina con la de Capellanes, actual calle del Maestro Victoria.
El Ayuntamiento de Madrid concedía licencia a los aguadores para que pudieran realizar el trabajo de reparto a domicilio de las aguas de las fuentes madrileñas. En las solicitudes a rellenar por parte de los solicitantes de licencia, se debía consignar una detallada descripción física de cada uno de ellos que incluía la edad, la talla, el color de la piel, del cabello, de los ojos, una descripción de su nariz y de su barba, si la hubiere.
Seguimos a Juan Jiménez Mancha cuando dice que “Al no estar popularizado el uso de la fotografía, y menos para fines administrativos, se hacía necesaria una descripción lo más somera posible de quienes entraban de un modo continuo en la casi totalidad de los hogares”. Los aguadores llegaban a ser casi parte de la familia y la principal cualidad que les adornaba no era tanto su capacidad de trabajo o su fuerza, que también, sino su honradez.