Rafael Riego fue uno de los protagonistas, junto con Antonio QUiroga, del levantamiento liberal de 1820 contra el absolutismo del rey Fernando VII que marcó el comienzo del Trienio Liberal. Tras el triunfo absolutismo fue declarado culpable de alta traición, por haber sido uno de los diputados que había votado por la incapacitación del rey y ejecutado por ahorcamiento y posteriormente decapitado entre los insultos de la misma población madrileña que poco antes le había aclamado.