En este inmueble tuvieron su sede el Consejo Supremo y TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN desde la década de 1780 hasta su extinción en 1820.
En esta placa se indica el lugar que mantuvo un antiguo vínculo con el Tribunal de la Inquisición. Desde mediados del siglo XVII estuvieron aquí unas casas que, -expropiadas al caer en desgracia Rodrigo Calderón, Marqués de Siete Iglesias-, servían de residencia, por motivo del cargo, a los Inquisidores Generales. Éstos ejercían su magistratura en un caserón de la calle, que se llamó de La Inquisición, por haber estado allí la Cárcel del Santo Oficio hasta finales del XVIII, que se trasladó a esta calle Torija.
Las obras de este Palacio de la calle de Torija empezaron en 1782 con la traza del arquitecto Ventura Rodríguez y la continuó Manuel Martín Rodríguez, su sobrino. La terminaría el arquitecto y académico Mateo Güll, cuyos planos se aprobaron en 1786. Utiliza la piedra y el ladrillo con zócalo de sillar. Es un edificio que se enmarca perfectamente en la arquitectura madrileña al servicio de la Administración del Estado. Cuentan las crónicas que en el dintel de su puerta estaba escrito: “Exurge domine et judicam causam tuam”.
En 1820 se abolió el Tribunal de la Inquisición pasando a ser la sede del Ministerio de Fomento, luego de la Gobernación y de Interior. Desde 1897 pasó a ser la casa de las Reverendas Madres Reparadoras.