Aquí estuvieron las casas donde el pintor DIEGO DE SILVA VELÁZQUEZ vivió desde su establecimiento en Madrid en 1623.
Cuando Felipe IV accedió al trono el 9 de mayo de 1621 y, tras tomar como valido a Gaspar de Guzmán, quien pronto sería Conde Duque de Olivares, la sociedad sevillana, a la que la familia de éste pertenecía, se vio especialmente invitada a encontrar contactos en las altas esferas del poder para su beneficio personal o profesional.
Velázquez vino a Madrid en abril de 1622, quizás para hacer el retrato de Góngora por encargo de su suegro Francisco Pacheco. Tuvo ocasión de ver las colecciones artísticas de la Corona en El Escorial y empezó a entender el sugerente embeleso de la Corte, seguramente guiado por su amigo y testigo de su boda con Juana Pacheco, el intelectual y poeta Francisco de Rioja, que ya pertenecía al círculo del valido.
En el verano de 1623, su suegro, maestro y admirador, Pacheco, maniobra para que el Capellán de la Real Casa, Juan de Fonseca, que antes había sido canónigo de la catedral de Sevilla y había comprado para su colección particular El aguador, llame a Velázquez a Madrid para pintar un retrato del Rey. El cuadro del monarca revolucionó el Alcázar, pues Velázquez supo captar, desde este primer cuadro, lo que el Rey quería comunicar de sí mismo.
Velásquez, con su esposa y su hija, se estableció en Madrid en el otoño de 1623 para sustituir al fallecido Rodrigo Villadrando, pintor de Cámara. Su vivienda estuvo en este lugar, en una casa de Pedro de Yta, en el callejón de la Concepción Jerónima, frente a la embocadura de la calle de Santo Tomás.