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Patrimonio urbano
Eloy Gonzalo
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Descripción
Titulo:
Eloy Gonzalo
Fecha:
1991
Lugar:
Madrid
Descripcion:
Dirección: C/ Mesón de Paredes
Distrito: Centro
Colocada en 1991
Tipo:
Placa conmemorativa
Signatura:
s/sign

Comentario
En este lugar estuvo la inclusa donde vivió ELOY GONZALO, héroe de Cascorro, nacido en 1868.

Hay hombres que viven en la leyenda y, gracias a ella, adquieren un significado histórico. Este es el caso de Eloy Gonzalo, héroe de Cascorro (Cuba), cuyos orígenes no podían presagiar la grandeza de su destino ni que se convirtiera en el símbolo de una de las plazas más emblemáticas de la geografía madrileña.

Eloy Gonzalo inició su andanza vital en esta inclusa, donde el primero de diciembre de 1868, fue depositado a la puerta con un pequeño billete que rezaba así:
“Este niño nació a las seis de la mañana. Está sin bautizar y rogamos que se le ponga por nombre Eloy Gonzalo, hijo legítimo de Luisa García, soltera, natural de Peñafiel.”
Las monjas de la inclusa se encargaron de bautizar al bebé con el nombre indicado por su madre y, como era habitual en la época, se lo entregaron a una madre de alquiler, la mujer de un guardia civil de nombre Braulia Miguel, que estaba en condiciones de alimentarle, ya que acababa de perder un hijo. Aquella buena mujer vivía en una casa cuartel y este fue el primer hogar de niño Eloy. Cuando contaba doce años, la inclusa dejó de pagar los gastos del muchacho y su madre de alquiler no pudo continuar haciéndose cargo de su custodia, por lo que el adolescente Eloy tuvo que empezar a ganarse la vida: primero como aprendiz de albañil, más tarde de barbero y luego de carpintero.

En 1889, cansado de la monotonía que le imponían estos distintos oficios, se alistó en el Regimiento de Dragones de Lusitania y, después, en el Instituto de Carabineros del Reino.

En 1895 amenazó a un teniente con un arma como respuesta a la infidelidad, presunta o real, de su novia con su superior militar. Por esta razón fue expulsado del cuerpo y condenado en una cárcel de Valladolid. Ese mismo año de 1895 fue también el del inicio de la denominada Guerra de Independencia de Cuba, que se prolongaría hasta 1898. Como parte de su campaña de reclutamiento, el gobierno español concedía el indulto a aquellos militares que tuviesen condenas penales si se alistaban en las tropas reales. Eloy Gonzalo fue uno de ellos y, en noviembre de ese año, con 27 años, se embarco rumbo a Cuba, llegando a La Habana el 9 de diciembre.

Hasta aquí los simples hechos de una biografía no ajena a la de tantos otros soldados españoles que se vieron obligados a combatir en la otra orilla Atlántica, en aquella guerra de ultramar. Y entonces comenzó la leyenda: el 22 de septiembre de 1896, encontrándose junto con su destacamento en la localidad de Cascorro, un pueblo rodeado por plantaciones azucareras, próximo a Puerto Príncipe, fue cercado por las tropas insurrectas, que mandaban los rebeldes Máximo Gómez y Calixto García. Pocos días después, la situación se volvió muy difícil: los soldados reales estaban rodeados, al límite de sus fuerzas, castigados por el tifus y la malaria, a la espera de unas tropas de refuerzo que nunca llegaban. La única salida que tenían era, aprovechando la oscuridad de la noche, salir del fuerte en el que se encontraban e incendiar las casas de caña y madera desde donde sus enemigos les acosaban y disparaban. El capitán Neila, que estaba al mando de la tropa real, pidió un voluntario para esta hazaña y se presentó como voluntario Eloy Gonzalo que había intentado salvaguardar su honor amenazando a su superior. La leyenda dice que, para justificar su futura acción, afirmó:
“Soy inclusero y no dejo a nadie que me llore o me precise.”

Luego pidió que le ataran una cuerda para que, si muriese en su hazaña, pudieran recuperar su cuerpo. Y así se le representa en el monumento de la plaza en el popular barrio madrileño de El Rastro, que recibe el nombre de esa localidad cubana: dando un paso al frente con una lata de gasolina, su antorcha, el fusil a la espalda y la cuerda que rodea su cintura.

Eloy Gonzalo logró su objetivo y prendió fuego a las construcciones donde se alojaban sus enemigos, que se vieron obligados a interrumpir su asedio. Al día siguiente la tropas del General Adolfo Jiménez Castellanos liberaron la posición y pudo así salvarse aquella sufrida guarnición. El resto de la historia no se aleja de los patrones habituales: el capitán Neila obtuvo la Laureda de San Fernando, mientras que al autor de la hazaña le correspondió una Cruz de Plata.

Eloy Gonzalo murió el 18 de junio de 1897 de una infección intestinal provocada por la mala alimentación del ejercito español en la isla. Poco después, en 1898, se iniciaría la denominada Guerra de Cuba contra las tropas norteamericanas. Sin embargo, el tamaño de su hazaña se recuerda hoy, en Madrid, con un monumento y una calle, a los que se suma esta placa en memoria de un hombre, cuyo nombre fue labrado por la leyenda: el héroe de Cascorro.
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