Para solventar los problemas surgidos en las anteriores subastas y adjudicaciones, Martín Albert Silver propuso modificar las bases de modo que el Ayuntamiento se hiciera cargo de las expropiaciones y que en vez de por subasta las obras se concedieran por concurso. En 1909 se aprueba la modificación y en noviembre de ese mismo año se le otorga la escritura de adjudicación al propio Albert por 29 millones de pesetas, apareciendo su nombre vinculado no sólo a las obras de derribo y apertura de la nueva calle sino también al negocio de la compraventa de los solares resultantes, donde residía el verdadero negocio de aquella inversión inicial.