A principios del siglo XX se estableció un servicio de alquiler de sillas en el Paseo de Recoletos que, en contra de lo que puediera suponerse por la cantidad de sillas vacías presentes en la imagen, se mantuvo en el tiempo durante varios años.
El alquiler de una silla costaba por esos años 10 céntimos y eran muy populares entre los paseantes, llenándose de corrillos y de madres o niñeras con sus niños.