El rey Alfonso XI, rey de Castilla y León entre 1312 y 1350, promulga este documento para prorrogar las dudas que los cristianos tenían con los judíos. A causa del clima se produjo una situación de malas cosechas, con carestía de grano, vino y frutos. Por lo que el monarca permite la demora en el pago de dichas dudas, sin llegar a condonarlas, evitando así una excesiva presión económica sobre la población.