Ilustra el hecho milagroso del brote del manantial tras las plegarias del santo, para saciar la sed de su amo, Iván de Vargas. Es uno de los milagros más conocidos del Patrón de Madrid, especialmente difundido a través de un grabado de iconografía muy semejante, con que se celebró su canonización en Roma, en 1622.
El santo aparece en pie, en un paisaje campestre, con las manos abiertas, la mirada alzada, en actitud de orar y la aguijada con que ha hecho surgir la milagrosa fuente, que aparece en primer término, y de la que bebe un montero. A la izquierda, arrodillado, Iván de Vargas, y detrás su caballo, sujetas sus riendas por otro sirviente.
Fuente: Catálogo de las Pinturas, 1990, pág. 79-80. Museo Municipal de Madrid.