Lo más valorado (2269)




Patrimonio urbano
Caños del Peral
Tu nota: Nota media: 3.0/5 Votaciones: 286
Comparte:   
Descripción
Titulo:
Caños del Peral
Fecha:
1991
Lugar:
Madrid
Descripcion:
Plaza de Isabel II, 8
Distrito: Centro
Colocada en el año 1991
Editor: Ayuntamiento de Madrid
Tipo:
Placa conmemorativa
Signatura:
s/sig

Comentario
Frente a este lugar estuvo el teatro de ópera de los CAÑOS DE PERAL de 1737 a 1817

Este teatro se levantó por la voluntad de Felipe V y por el mecenazgo de Francisco Palomares, que compró más tarde el solar por ser propiedad municipal. El año de 1737, que lleva la placa, corresponde con la inauguración de este primer teatro de Ópera estable de la Corte. Su importancia arquitectónica es máxima ya que muestra formas escénicas del teatro moderno (las primeras en España), aunque conservó algunas peculiaridades del alojamiento de los espectadores. Su traza fue atribuida a Virgilio Rabaglio y a Santiago Bonavía. La sala central era un semicírculo con un doble orden de columnas hasta el escenario. La decoración de colores fue verde y gris. Los techos de los palcos estaban pintados de color verde guarecidos con una cenefa doble aterciopelada y en los paramentos un friso de colgantes también con cenefa. La parte central de los mismos contaba con una colgadura de seda. El revestimiento se hacía básicamente con madera.

Su derribo, por mandato real, se produjo el 30 de septiembre de 1817. Ello fue debido al estado de ruina en el que se encontraba y a la necesidad de adaptar el nuevo espacio a la creación de la Plaza de Oriente.

En cuanto a los antecedentes de este Teatro, dicen que un día de 1708, una compañía lírica de italianos se presentó en Madrid para una representación de ópera. Dirigía a los actores y cantantes Francesco Bartoli. Ante la falta de un teatro libre o de un coliseo adecuado, se le ocurrió al Concejo dejarles una finca en exceso modesta perteneciente a los lavaderos de los Caños del Peral. Lo humilde de la instalación no impidió que el éxito fuera total entre la clase culta y aristocrática, que animó a Bartoli a pedir autorización para adecuar para teatro propiamente dicho aquel local con una concesión de cinco años, que se conoció como “Corral de Trufadines”. A los cinco años se interrumpieron las representaciones y en 1716 volvió a abrirse con la concesión a la compañía de representantes italianos hasta su demolición.

El Teatro Real es heredero de todos ellos.
Mapa
Opiniones