En el segundo tramo de la Gran Vía ya empezaron a construirse edificios de uso estrictamente comercial y de oficinas, sin incluir viviendas. Es el caso de este magnífico ejemplo de la arquitectura de Antonio Palacios, que fue destinado a tiendas, oficinas y despachos, siguiendo un esquema estructural y de distribución interior bastante similar a la obra de la calle Mayor 4 con fachada a Arenal, aunque en este caso con la ventaja de disponer de fachada a tres calles. La planta es muy sencilla, con un gran distribuidor en el centro: un patio circoagonal realizado en estructura metálica y cubierto por una vidriera al que se asoman los ascensores exentos.
Al final del eje marcado por este patio se sitúa una importante escalera de planta oval. Los locales y oficinas quedaron diáfanos para que el cliente pudiera distribuirlos libremente. La fachada nos da una muestra a pequeña escala de lo que Palacios hubiera llevado a cabo en sus grandes proyectos para reformar el centro de Madrid. La presencia de bandas de miradores metálicos inscritos en grandes arcos semicirculares, los órdenes clásicos alternando con nuevos materiales, los torreones, etc. son piezas ya usadas por el arquitecto que irán evolucionando en otras obras suyas.