Terminada la Guerra de la Independencia, las Cortes plantearon en 1814 la realización de un homenaje a las víctimas. El monumento, de Isidro González Velázquez, fue inaugurado en 1840, y en él se inhumaron los restos mortales de los fusilados, que se hallaban en la Iglesia de San Isidro, a los que se sumaron los de los héroes Daoiz y Velarde en 1909.