La entrega oficial de las obras del tercer tramo de la Gran Vía se produjo el 22 de septiembre de 1932 aunque, evidentemente, algunos edificios no se concluirían hasta después de la Guerra Civil. La contienda provocó un parón estrepitoso de la actividad de la zona, no sólo de las obras sino también de su vida comercial. Y es que la Gran Vía se configuró como una de las áreas consideradas de guerra por su proximidad al frente.