La casa del Pecado Mortal, que desapareció en 1926 en la reforma de la Gran Vía, fue fundada por la Cofradía de los Esclavos de Nuestra Señora de la Esperanza y del Santo Celo en la Salvación de las Almas. Este inmueble estaba dedicado al recogimiento y refugio de jóvenes mujeres de vida disipada que, según parece, se retiraban hasta que su pecado quedaba limpio. La casa estaba siempre cerrada y su puerta sólo se abría y cerraba una vez al día para dejar paso a una comitiva religiosa en la que los hermanos iban pidiendo limosna por la calle cantando saetas, campanilla en mano para decir misas por aquéllos que estaban en pecado mortal.
Aunque todas sus ventanas se encontraban cerradas por celosías o persianas, la leyenda dice que bajo los cimientos de la casa había gran cantidad de pasadizos subterráneos usados para procurar encuentros furtivos en la más absoluta intimidad.
