En el siglo XIX, batirse en duelo era signo de civilización en el que los duelistas aceptaban dirimir sus disputas por medio de reglas muy precisas que tenían incluso un carácter ritual. Eran precisamente lo contrario de las peleas callejeras que podían generar algaradas o más víctimas. Por otro lado los duelistas solían pertenecer a las clases más altas, lo cual creaba un sentimiento de diferenciación social.
Un ejemplo lo encontramos en un duelo que tuvo un gran impacto en la sociedad del momento. En él D. Antonio de Orleans, duque de Montpensier, esposo de la infanta Luisa Fernanda mató al infante Don Enrique, hermano del rey consorte Francisco de Asís. El duelo se originó debido a un escrito en prensa realizado por D. Enrique en el que injuriaba al duque de Montpensier.