El hotel de Roma se establecía en el número 23 de la calle Caballero de Gracia y fue uno de los establecimientos de lujo que se pensó conservar al abrir la Gran Vía, reconstruyendo la fachada hacia la nueva avenida, pero al final se trasladó a un nuevo edificio construido ex profeso en la acera de enfrente, reutilizándose la fachada de sillería original del palacio para crear la de la casa del vizconde de Escoriaza en la plaza del Marqués de Salamanca. Como consecuencia, éste fue el último edificio en demolerse del primer tramo de la nueva avenida, pues hubo que esperar a la apertura de la nueva sede hotelera.