En torno a este lugar vivió y creó DOLORES VARGAS “LA TERREMOTO” (1936 – 2016) de la dinastía Castellón Vargas, que convirtió su cultura en arte.
Dolores Castellón Vargas nació en Barcelona, pero creció en Madrid y en esta ciudad, y en esta plaza empezó a desarrollar su arte que le valiera el sobrenombre de “La Terremoto”.
A los trece años con su hermano Enrique Castellón Vargas “El Príncipe Gitano” se presentó en el Teatro Calderón, que era, a comienzos de la década de los cincuenta del siglo XX, el centro del cante flamenco, donde actuaban entre otras Carmen Sevilla, Carmen Amaya o Paquita Rico. La propia Carmen Amaya, cunando la vio bailar le bautizó con el apelativo de “la pimienta”, porque su arte picaba igual que este condimento, y apostrofó: “Después de mí, estará ella.”
Además de ser una extraordinaria “bailaora” y cantante, fue, tal vez, una de las mejores “palilleras” de castañuelas del mundo.
Su éxito fue fulgurante. Fue contratada para trabajar en Nueva York, donde grabó dis discos LP con el guitarrista Sabicas. A su regreso, montó varias compañías como “Tío-Tío” o “A tu vera”. Entre los cantaores que compartieron escenario con ella estuvieron Camarón, que cantaba para que ella bailase. Entre los que también actuaron en sus compañías estaban Pepe habichuela o el bailaor Manolete de Granada.
Le admiraban grandes del toreo como “El Cordobés”, quien afirmaba que Dolores llevaba el mantón de manila con la elegancia de un torero con su capote. O Rafael Gómez “El Gallo”, que le tiró el sombrero como si fuese una montera tras una de sus actuaciones en el Teatro San Fernando de Sevilla.
Se hizo popular con temas como Achiilipú, que obtuvo un “Disco de Oro”, A tu vera, Poróm Pompero entre otras populares rumbas gitanas.
Dolores se casó con su primo hermano Pepe Castellón, guitarrista, con quien actuó y a quien dedicó muchas de sus canciones. Dolores Vargas se retiró de los escenarios muy joven, apenas con 36 años, porque el baile por “seguidillas” le provocaba daños en las cervicales y mareos. Dolores Vargas, “La Terremoto” murió en Valencia, donde se había retirado en su vejez, a los ochenta años tras haber dejado una estela de arte y cultura gitana.
