El 10 de diciembre de 1908 se celebró en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento de Madrid una nueva la subasta de las obras de la Gran Vía madrileña. Solamente se presentó un licitador, el senador donostiarra Rafael Picavea, a quien se adjudicaron las obras después de realizar un depósito de 50.183 pesetas. Concluye el artículo que ofrecemos en archivo adjunto con un esperanzado "Por fin Madrid tendrá su Gran Vía. ¡Ya era hora!". Sin embargo, tal y como se verá más adelante, estas esperanzas se vieron nuevamente frustradas.