El concesionario de las obras de la Gran Vía, Rafael Picavea, llegado el mes de abril de 1909, todavía no había depositado la fianza de las obras. Picavea quiso solventar estas dificultades a través de diferentes compañías europeas con las que pretendía asociarse. A la vez, pedía aclaraciones al Ayuntamiento sobre alguna de las causas consignadas en el pliego de condiciones, con las que no estaba de acuerdo y que motivaron finalmente la rescision de su contrato mediante una Real Orden publicada en la Gaceta de Madrid del 8 de Mayo de 1909 que se puede ver en el archivo adjunto.