El arquitecto está sentado, vestido de uniforme funcionarial bordado en plata con la venera y la cruz de la Orden de Santiago. Se apoya en una mesa con libros, planos y un compás, atributos de su profesión, ante el cortinaje corrido que deja ver el obelisco de la Fuente Castellana, del que fue autor, colocado en su origen en el paseo del mismo nombre, a la altura de la plaza de Emilio Castelar, y que pasó más tarde a Manuel Becerra, para situarse finalmente en su emplazamiento actual de los jardines del Arganzuela.
La atribución del lienzo al Duque de Rivas es antigua, transmitida por sus descendientes, propietarios del cuadro hasta que pasó a manos de una Sr. Arévalo quien lo vendió al Museo de Historia de Madrid en 1934.
Fuente: Catálogo de las Pinturas, 1990, pág. 222. Museo Municipal de Madrid.