El Papa Juan XXIII tras alabar el cultivo del campo, el oficio y las virtudes de la agricultura, proclama a San Isidro Labrador, para, siempre, patrono de los agricultores y campesinos de España, atendiendo a los deseos de las Hermandades de labradores que le presenta el cardenal Pla y Daniel, arzobispo de Toledo
Documento cedido por la Real, Muy ilustre y Primitiva Congregación de san Isidro de naturales de Madrid.
TRADUCCIÓN:
JUAN PAPA XXIII
Para perpetua memoria
EL CULTIVO DEL CAMPO lo enaltecieron siempre, con máximas loas, los autores eclesiásticos y profanos, aun los ajenos a la religión cristiana. De él no dudó afirmar el sapientísimo doctor San Agustín: «De todas las ocupaciones, es la más sana y honesta» (De Haer. ad Quidvultdeum, 46; P. L. 37). Y en el más egregio de los escritores antiguos se lee: «Esa vida rural que tú llamas agreste, es maestra de moderación, diligencia y justicia» (Cic. pro Rose., 75).
Ahora bien, este oficio de la agricultura que tantas virtudes lleva consigo, atraviesa, en estos tiempos en que se propagan por doquier las más depravadas doctrinas y son legión los que todo lo reducen a la materia, un grave peligro. Es, pues, necesario que los agricultores, mientras realizan sus faenas del campo y recogen los frutos cuya posesión es sumamente conforme a la naturaleza y a la justicia, armonicen su vida según las exigencias de la religión y de la piedad. Y para que esto pueda llevarse a efecto, necesitan el auxilio de lo alto.
Considerando, pues, diligentemente todas estas cosas y recogiendo a la vez los deseos de las Hermandades de Labradores, nuestro amado hijo Enrique, de la Santa Iglesia Romana, presbítero, cardenal Pía y Deniel, arzobispo de Toledo, nos suplicó que proclamásemos a San Isidro celestial patrono de todos los labradores de España, ya que este santo, varón humilde y sencillo, aparece ante ellos como ejemplar luminoso, simultaneando con las faenas del campo, que realizaba diligentemente, el ejercicio eximio de la obediencia y de la caridad.
Y así, Nos mismo, que hemos nacido de familia dedicada a la agricultura, oficio «el mejor, el más fecundo, el más dulce y el más digno del hombre, aun del hombre libre» (Cic. Off., 1, 42), con el mayor placer hemos determinado acceder a estas preces.
Así, pues, oído el parecer de la Sagrada Congregación de Ritos, con ciencia cierta, y después de madurada deliberación por nuestra parte, y con la plenitud de la potestad apostólica, en virtud de estas letras y para siempre, confirmamos o constituimos y declaramos a San Isidro Labrador celestial patrono, ante Dios, de los agricultores y campesinos de la nación española, con todos los honores y privilegios litúrgicos que legítimamente corresponden a los patronos de Hermandades y Asociaciones, sin que nada obste en contrario.
Así lo mandamos y determinamos decretando que las presentes Letras sean permanentemente firme, válidas y eficaces y que alcancen y obtengan sus plenos y enteros efectos; y que favorezcan plenísimamente a todos aquellos a los que afectan o pudieran afectar, desde ahora y para siempre. Y que así habrá de juzgarse fiel y definitivamente y, además, que desde ahora será írrito y sin valor todo cuanto otra autoridad, a sabiendas o ignorante, pudiera intentar contra lo dicho.
Dado en Roma, junto a San Pedro, bajo el anillo del pescador, el día 16 de diciembre de 1960, de nuestro pontificado IU.