Calle Alcalá, 55
La fachada a la Plaza de Cibeles de gran monumentalidad con rica ornamentación a base de elementos arquitectónicos y vegetales.
En el interior destacan la escalera imperial y los frescos que decoran sus techos, el salón de los espejos y el salón de baile.
Signatura
s/sig
Comentario
Ejemplo característico de la arquitectura palaciega madrileña del siglo XIX, fue levantado según planos firmados por Carlos Colubí -quizás sobre un proyecto francés importado-, quién también comenzó las obras, aunque la dirección de las mismas pasó sucesivamente por las manos de Aníbal Álvarez, que trazó la escalera de bajada al jardín y la verja de cierre, y el arquitecto flamenco asentado en Madrid A. Ombrecht, que se hizo cargo de la mayor parte de la decoración interior y construyó el depósito neoclásico y la pintoresca casa del jardinero.
Planteado, en palabras del propio marqués, con la intención de superar "lo que pueda haberse soñado", contiene un vestíbulo ovalado del que arranca una lujosa escalera con doble derrame, decorada con balaustradas y esculturas de Jerónimo Suñol; prodigándose los mármoles, sederías y mosaicos -adquiridos mayormente en el extranjero-, por estancias y galerías, entre las que destaca el salón principal, con un techo pintado por Francisco Pradilla que se suma a los lienzos murales de Casto Plasencia, Manuel Domínguez y Alejandro Ferrant de otras habitaciones.
Abandonado durante un largo periodo de tiempo, llegó a estar amenazado de derribo, pero en 1976 fue declarado monumento histórico-artístico, siendo posteriormente adquirido por el Ayuntamiento, que lo destinó para sede de la Casa de América, encargando el proyecto de rehabilitación a Carlos Puente, que restauró escrupulosamente el edificio original y vació parcialmente el jardín para crear un auditorio subterráneo escamoteable.
