Este aparentemente inofensivo documento de 1606 debió suponer un gran quebradero de cabeza a un tal Eugenio Fernández, vecino por aquel entonces de la plaza Mayor madrileña. En virtud de la famosa Regalía de Aposento se reclamaba dar su casa por posada a Francisco de Figueredo, portero de cámara de Su Majestad. Es más, la orden no se andaba con tonterías y solicitaba de los alguaciles de la Corte “y si alguno estuviere dentro, echalde fuera, y hala de vivir”. Así se las gastaban en el siglo XVII.
Texto extraído del perfil de facebook del Archivo de Villa.