En este "Callejón del Gato" dos personajes de RAMÓN DEL VALLÉ INCLÁN trataron de los espejos cóncavos y deformadores del esperpento. "Luces de Bohemia. XII" (1924)
Este Ramón, gallego, es esencial en la costra literaria de Madrid. Valle exprime el dolor, el sentimiento “de lo español” que es rabia, desasosiego del mal político y social, desgarro de su penuria y hemorragia de su grandeza. Las miradas al pasado y al futuro, que no concilian bien y que le han generado posiciones políticas de casi todas las opciones posibles: el carlismo, el furor anglo-americano de la Guerra Mundial, el apoyo socialista, el ser de revolucionario ácrata, etc.
Nació en una baja aristocracia decadente. Fue un escritor amante de la estética modernista, de un pesimismo combativo, crónico, devastador, expresionista. Su obra “Luces de bohemia” sitúa a dos de sus personajes enfrente de unos espejos del llamado Callejón del Gato (los que aquí se contemplan en la fachada de esta tasca). Estos espejos tenían y tienen la gracia de feria de alargar y ensanchar las figuras de los viandantes, como un estupendo reclamo de la ferretería propietaria. El texto de “Luces de bohemia” dice así:
Max: ¡Don Latino de Híspalis, grotesco personaje, te inmortalizaré en una novela!
Latino: Una tragedia, Max.
Max: La tragedia nuestra no es tragedia.
Latino: ¡Pues algo será!
Máx: El Esperpento.
Los héroes clásicos han ido a pasearse al Callejón del Gato. Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento, el sentido trágico de la vida española que sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada:
Latino: ¡Miau! ¡Te estás contagiando!
Max: España es una deformación grotesca de la civilización europea.