En esta casa vivió el compositor MIKHAIL IVANOVICH GLINKA (1804-1857). Padre de la música rusa.
Mijail Ivánovich Glinka hizo posible la incorporación de la música rusa al panorama europeo del siglo XIX creando para su nación una estética y un sonido musicales basadas en la tradición propia, al igual de las que contaban otras naciones europeas del momento.
Nacido en Novospasskioe, en la provincia de Smolensk, en el seno de una familia de aficiones musicales, su padre lo envió a San Petersburgo para que tuviera la mejor formación musical posible, tras lo cual comenzó a viajar por Europa, conociendo a Berlioz, Donizetti, Mendelssohn o Bellini.
Después de estudiar en Centroeuropa, llegó a Madrid en 1845 y se instaló en esta casa de la Calle de la Montera, donde descubrió el ritmo de una ciudad cosmopolita y a la vez tradicional. Enamorado del pulso y las costumbres madrileñas, a punto estuvo de fijar su residencia en esta ciudad, que le inspiró su obra “Noche de verano en Madrid. Obertura española, nº 2”.
Sabedor de la enorme riqueza del folclore español, algunas de sus composiciones más conocidas están inspiradas en España, como “Capricho brillante sobre la Jota aragonesa. Obertura española, nº 1” o “La polonesa solemne”.
Europa debe a este gran músico la incorporación de los sonidos rusos a su panorama musical, y Rusia la creación de su Escuela Nacional, que impulsada por Balákirev, favoreció la existencia de compositores como Mussorgski o Rimsky-Korsakov.
