Aquí se halló la iglesia del Monasterio de Santo Domingo, donde PEDRO I DE CASTILLA Y LEÓN fue enterrado por deseo de su nieta Doña Constanza.
En el hoy desaparecido Convento de Santo Domingo, del que toma nombre la calle donde se sitúa esta placa, fue enterrado por deseo de su nieta Doña Constanza de Castilla y Eril el rey Pedro I de Castilla, de sobrenombre “El Cruel”, asesinado por su hermanastro y sucesor Enrique II en el episodio conocido por la Historia como el Fraticidio de Montiel, ocurrido en 1369.
La corte del Rey Pedro, itinerante, gustó de instalarse largas temporadas en Sevilla y Tordesillas, donde han quedado hermosas obras artísticas de patrocinio real. No fue así en Madrid, donde sabemos que el monarca apenas se detuvo en los años que duró su reinado, marcado por las constantes intrigas y luchas de poder entre su linaje y el de los Trastamara.
Sin embargo, su morada eterna la encontraría en nuestra ciudad gracias a su nieta, abadesa del citado Monasterio desde 1417 y que quiso honrar la memoria de su abuelo y de su padre el Infante Don Juan, trasladando sus cuerpos con permiso de Juan II a Santo Domingo, desde entonces conocido como Santo Domingo El Real.
Allí erigió Doña Constanza dos hermosos mausoleos frente al altar, que los Reyes Católicos embellecieron más tarde, y de los que hoy sólo conservamos la imagen de Don Pedro en actitud orante en las Salas Medievales del Museo Arqueológico Nacional, tras el derribo del complejo monástico en 1870.
