Plato de loza popular de Manises pintado en vivos colores azules, verdes, amarillos y morados. La composición repite los esquemas hasta ahora vistos: filete azul en el borde, dos grupos de tres motivos en forma de granadas y de medias granadas que alternan diferentes dibujos en su interior (flores y grupos de tres anillos respectivamente) a lo largo del ala y la pared y puntos azules que rellenan cualquier espacio del plato que quede sin pintar excepto en el fondo, en donde desaparecen para dejar que resalte sobre el barniz blanco un motivo central consistente en una irreal mariposa de pequeñas alas amarillas y cuerpo alargado formado por anillos de color verde que revolotea sobre una rama.
Probablemente lo más destacado de este plato sea la singularidad de su motivo central y la torpe ejecución de parte de su decoración, incluso si la consideramos dentro del contexto general de la loza pintada en Manises durante el siglo XIX, de la que sabemos estaba encomendada a artesanas con escasa formación artística que se fiaban más de su intuición que de su habilidad técnica. Esta impericia se observa en el delineado de los motivos periféricos, de trazo bastante rígido y con abundantes rectificaciones o en el diferente tamaño de las medias granadas de fondo verde y borde exterior morado, consecuencia de un fallo de cálculo en la distribución de los motivos a lo largo del contorno del plato.
Pero, sobre todo, es evidente en el deficiente coloreado del interior de las granadas menores en las que, al haberse pintado los pétalos amarillos de las flores antes que el fondo azul, éste no ha podido cubrir los espacios en blanco existentes entre aquellos. En contraste, llama la atención la gracia con la que está realizado el motivo central. Esta diferencia en la calidad de la ejecución podría estar ilustrando la participación de diferentes artistas en el proceso decorativo de un mismo plato. Esto supondría que la distribución del trabajo no afectaría solo a los diferentes procesos de producción de las piezas (decantado de la arcilla, torneado, barnizado, decoración, etc.) sino a la propia fase de decoración, en la que parecen existir pintoras más experimentadas que realizarían siempre los motivos centrales de los platos y otras, más inexpertas, que comenzarían pintando los motivos secundarios de las cenefas hasta alcanzar el nivel de destreza suficiente para realizar también las decoraciones principales.