Lo encargó la S.A.G. de Espectáculos, que, en principio, lo denominó Sala Olimpia. Zuazo, al igual que Muguruza en el contemporáneo Palacio de la Prensa, planteó el proyecto con una concepción nueva de la sala, que ya es un espacio netamente cinematográfico, abandonando la antigua disposición de los recintos teatrales. Tuvo algunos problemas de ejecución, pues el 4 de diciembre de 1925 se hundió la cubierta que estaba en construcción, lo que obligó a modificar el proyecto para aligerar el peso y sobrecargas. La inauguración definitiva fue en 1928, ya como Palacio de la Música.
La fachada de ladrillo visto, muy bien ejecutada, no tiene esa modernidad que apreciamos en las obras posteriores del mismo tipo que realizó Gutiérrez Soto, pero es, sin duda, una bella composición con entrepaños de ladrillo visto rematada por una galería arquitrabada, que apenas puede observarse íntegramente debido a los carteles anunciadores. Posee, además de la sala para 2.000 localidades, una sala de fiestas y un teatro en los sótanos, hoy convertidos en minicines.