Arriba: "esta ha de ser una figura fea tocada con gaqu[e] i perendengues i se a de abanicar; i un bolatin a destar puniendole el un perendengue i el otro está alunbrando con un candil; i a de mascar con la boca que a de ser grande; i a de andar alrededor i a de estar mui entallada; llos arlequines de delante an destar sentados i el uno toca un tamboril i el otro una ginebra; estan con sus gorlas i pluma i cascabebes (sic); en todo ello la sierpe berde i escamada y ogeada de plata con el faldon lleno de rosas; y los gigantes adereçarlos, y encarnar rostros i manos i platear i pintar monterones i tocados i espadas; i todo esto a destar mui alegre de colores."
Junto al dibujo de mano de los comisarios de fiestas: "En lugar del candil a de estar afeitando la tarasca" [Afeitando de poner aceites o maquillaje] Con los matachines a de haver un toro"
Tinta. Colores al agua en la sierpe y rostros. Al pastel o al temple en trajes.
29 x 28,5 cm
Después de misa, la comitiva del Corpus salía de la iglesia de Santa María y recorría las calles y edificios más emblemáticos de Madrid. Siguiendo un estricto orden jerárquico, en el cortejo participaban todos los sectores de la sociedad, delante los elementos populares y a continuación los representantes de los distintos estamentos del Estado.
A la cabeza de la procesión, entre timbales y trompetas, iba el "mojigón". Detrás iba la "tarasca" enorme dragón o sierpe con alas, vientre lleno de escamas, cola anchísima y uñas ganchudas, que se agitaba, movía la cabeza y abría la boca, asustando a los niños y arrancando el sombrero de los incautos para regocijo general. Sobre el lomo llevaba una serie de autómatas representando escenas burlescas, de volatinería e incluso taurinas, que acompañaban a la "tarasquilla" o tarasca propiamente dicha, una figura de mujer generalmente muy fea pero vestida a la última moda. Todo este entramado construido en madera y cartón se manipulaba desde dentro para dar movimiento a los personajes.