“El Parnasillo” fue el café romántico, el de los escritores apasionados, comprometidos con el amor y la política; nuevos personajes en las calles madrileñas más alfombradas de versos que pueda imaginarse. Ahí, humildemente, estaba el Café junto al teatro para compartir camaradería, estrenos gloriosos y fracasos.
El Café del Príncipe era una casita contigua al Teatro del Príncipe (que a partir de 1849 se llamaría Teatro Español). Existía en 1807. Tuvo una reforma en 1860 y veinte años más tarde ya había desaparecido con motivo de una de las ampliaciones del Teatro que edificó su contaduría, sobre el solar de lo que había sido tan literario Café. Parece que su segundo nombre, “El Parnasillo”, se lo puso Juan Nicasio Gallego. Hoy, ha vuelto a resurgir su nombre, llamándose así la cafetería del Teatro Español para evocar aquel lugar único que canalizaba versos y pasiones del romanticismo español.
“Una docena de mesas de pino pintadas de color de chocolate con unas cuantas sillas de Vitoria, formaban su principal mobiliario; el resto lo completaban una lámpara de candilones pendientes del techo y en las paredes hasta media docena de quinqués ...Iban Espronceda, Ventura de la Vega, Escosura, Segovia, Ochoa, Larra, Madrazo, Esquivel, arquitectos, grabadores, etc. Se unieron a ellos los de otra tertulia con Grimaldi, Bretón de los Herreros… de allí surgió la renovación del teatro moderno, el Ateneo, el Liceo…”Esto cuenta Mesonero Romanos, también asiduo, como Zorrilla o Hartzenbusch a este encuentro cotidiano de los grandes con café y conversación.