Cerdá, el pionero del urbanismo moderno tuvo su residencia en esta casa durante el último año de su vida. Intentaba, en La Corte de la Restauración, arreglar la ingratitud ante el cambio político, el abandono de las instituciones y las cuentas de su largo trabajo de sobre la planificación urbana.
Cerdá había nacido en Centellas, Barcelona, en diciembre de 1815. Su familia estaba muy comprometida con la causa liberal y esto condicionó muchos de los sufrimientos y de los honores y glorias de su vida… Estudió en la Junta de Comercio de Barcelona y empezó a analizar la ciudad, que se debatía en ese momento entre huelgas obreras y condiciones de vida muy duras. Vivió el cólera de 1834. Al año siguiente vino a Madrid donde se hizo Ingeniero de Caminos y maduró su pensamiento, también ayudado por la visita al ferrocarril francés, ante el cual vaticinó un cambio total de nuestra civilización. Pronto su herencia le permitió vivir de las rentas y dedicarse al desarrollo de la nueva disciplina, el urbanismo. En 1851 fue diputado. Con el Bienio Progresista y su ley de derribo de la muralla de la Ciudad Condal hizo Cerdá el Plan Topográfico de los Alrededores de Barcelona y su primer proyecto de Ensanche que sería aprobado en 1860.
Al año siguiente escribió la “Teoria de la Viabilidad Urbana” junto con el anteproyecto de reforma interior de Madrid. En los años siguientes participó en la urbanización del Ensanche de Barcelona como técnico concejal y director de la Inmobiliaria El Fomento del Ensanche de Barcelona. En 1867 escribió la “Teoría general de la Urbanización”.
Ocupó diferentes cargos en la Diputación de Barcelona y en la Primera República fue Presidente en funciones. Después es cuando, derrotado políticamente, llegó a Madrid y murió en Caldas de Besaya, Santander, en 1876