La inclusión de esta obra de Antonio Saura en esta exposición, Madrid, caminos infinitos. Tres décadas del Museo de Arte Contemporáneo 1970-1990, anterior cronológicamente al marco temporal que la engloba, obedece a una razón poderosa y se justifica en función de la importancia que para el arte español supuso la creación, en 1957 en Madrid, del grupo El Paso y la irrupción del informalismo en la escena artística española e internacional.
1957 se ha considerado por los historiadores como una fecha clave en la historia del arte de nuestro país. En febrero de ese año, Carlos Saura, que ejerció como impulsor, junto con los pintores Rafael Canogar, Luis Feito, Manuel Millares, Manuel Rivera y la pintora Juana Francés, los escultores Martín Chirino y Pablo Serrano, y los críticos Manuel Conde y José Ayllón, fundaron este grupo artístico, en un contexto político, social y cultural de posguerra e impulsaron una nueva concepción artística que se materializó en numerosas actividades expositivas y programáticas dentro de un compromiso activo, rebeldía y vanguardismo frente a la cultura artística oficial del momento. Como recogieron en su primer manifiesto, publicado en febrero de ese año, uno de sus objetivos era vigorizar el arte contemporáneo español que atravesaba entonces una aguda crisis.
Como otros artistas de esos años, Antonio Saura hizo el tránsito del surrealismo a la pintura abstracta de corte expresionista alrededor de 1956. Durante su etapa como pintor de El Paso, le interesaron, en su temática, además de las figuras históricas (asociadas con la España negra), los rostros, la figura femenina y los autorretratos, que plasmó en numerosas obras. La poética de la pintura informalista se basaba, entre otros aspectos, en la ruptura del espacio pictórico tradicional por medio de una ejecución asociada al gesto directo, la utilización de trazos, caligrafías, manchas y texturas cargadas de materia y movimiento, la emergencia de fuerzas e impulsos interiores que llevaban al límite el yo individual del artista, la idea del acto de pintar y, por tanto, de la creación artística, como un acto auténtico e irrepetible, o, si se quiere, en palabras del propio Saura, la tela como un campo de batalla.
Todas estas características formales son evidentes en este "retrato" de Marina, cuya figura invade y genera el propio espacio pictórico a través de una escritura de trazos multidireccionales, angulosos, curvos, circulares y zigzagueantes que expresan, en torbellino, una energía desbordante. La disolución de El Paso tuvo lugar en 1960. Con anterioridad a esta fecha, Antonio Saura escribió a Eduardo Cirlot, poeta y crítico, defensor de las poéticas informalistas, unas frases que pueden servir de resumen de la trayectoria de El Paso: Creo que se ha conseguido mucho, especialmente en cuanto atañe a movimientos de estratos de convulsion, al menos dentro del ambiente de Madrid. Hemos publicado cosas importantes y hemos conseguido crear un clima mucho más propicio. Hoy existe una pintura en Madrid gracias a nosotros y, lo que es más importante hemos conseguido que esta pintura sea española aceptando toda una serie de hallazgos internacionales. La razón poderosa a la que aludíamos al principio está en función de que gran parte de la pintura que se hizo décadas después tuvo como referencia ineludible, en sus alternativas, la poética del informalismo, una de cuyas vertientes más fecundas, la protagonizaron los componentes de El Paso. MAC/EAL