En los años en que se pintó esta obra, Carlos Alcolea formaba parte, junto con Carlos Franco, Rafael Pérez-Mínguez, Guillermo Pérez-Villalta, Chema Cobo, Manolo Quejido y Herminio Molero de lo que se denominó Nueva Figuración madrileña en cuyo ámbito la figura de Luis Gordillo proyectaba una influencia considerable sobre todo en el propio Carlos Alcolea y Carlos Franco, con quienes, precisamente en el mismo año de esta obra, realizaron una exposición conjunta de dibujos en la galería Buades, espacio expositivo donde pudo verse la obra de estos artistas, incluida esta y adquirida años después en el contexto de la mítica exposición Madrid D.F., celebrada en 1980 en el Museo Municipal de la calle Fuencarral.
El pintor y su modelo de Carlos Alcolea es una recreación en clave homoerótica de un tema –el del pintor y la modelo– que ha sido fundamento de la modernidad en el ámbito de la pintura desde Coubert a Picasso. Obra de compleja composición, podemos considerarla con La reina de corazones, del mismo año, la obra más importante de este periodo inicial de su trayectoria artística. En El pintor y su modelo se sustancia, además de la apropiación de recursos estilísticos de muy diversa procedencia –futurismo, cubismo, realismo hockneyano, pop art, color cinematográfico– el interés de Carlos Alcolea por las calidades sensuales del cuerpo y la materizalización de su idea de la pintura como fluido en clave psicoanalítica o autorreferencial. “¿Anotar minuciosamente los líquidos que recorren el cuadro, o más bien hacer de éstos un papel de distribución y mapa superficial de navegación de la pintura?”, escribiría años después en Aprender a nadar (1980).
Ensoñación, dualidad, sinestesia, espejo –a un lado y otro del espejo que centra y descentra al mismo tiempo la composición-, cuerpo, carne, piel, órganos, placer, color, naturaleza, fragmentación del espacio son, entre otros, temas recurrentes de esta obra y de este periodo de la pintura de Alcolea, magistralmente expresados en este cuadro, estilemas que fue paulatinamente abandonando para entrar en un estilo analítico “en pos de imágenes sintéticas, resbaladizas y cortantes como el cristal” como ha señalado el crítico e historiador del arte Francisco Calvo Serraller. Puede aplicarse de lleno a esta obra de Carlos Alcolea una cita del artista americano De Kooning, recogida por el profesor Ángel González en un estudio sobre su obra, y que valoraba especialmente Alcolea, en el sentido de que la pintura al óleo (en su caso, al acrílico) “fue inventada para pintar la carne”, reflejo de su pasión absoluta por la pintura. MAC/EAL