Artista plástico y profesor, Guillermo García Lledó ha investigado con profundidad, en el ámbito académico y universitario, sobre las relaciones entre el arte y la educación y las aplicaciones del arte contemporáneo en la educación artística. Esa visión analítica y estudiosa ha impregnado su obra plástica, que podemos considerarla como una reflexión sobre los temas e implicaciones que subyacen a la representación de la realidad.
Su pintura, en los años setenta, evolucionó desde la denuncia social hacia la reflexión y experimentación en el amplísimo ámbito de los realismos o el hiperrealismo de ese momento, del que es un buen exponente esta Tapa de cemento. En esos años setenta, Guillermo García Lledó, dentro de ese acercamiento hiperrealista a los temas de la gran ciudad, Madrid en este caso, se sirvió, si seguimos el vocabulario de la fotografía, de primeros planos y el zoom, acercándose a algunos de los detalles que conforman el escenario de la ciudad, a los que los ciudadanos, invadidos por el ritmo apremiante de la gran urbe, apenas si les prestamos atención, como las vallas, la señalética urbana, los contenedores, los buzones o las tapas de alcantarillado. Pero lo importante no es que García Lledó buscara con estos humildes o banales asuntos una alternativa a otros pintores realistas que retrataban la ciudad y sus arquitecturas, sino que por medio de ellos se planteaba un análisis de los límites de la representación en el campo de la artes, y más concretamente en el de la pintura.
Como ha señalado Óscar Alonso Molina en un revelador texto al revisar una amplia parte de la obra de García Lledó, la adecuación entre el plano del cuadro -aquí exactamente circular como el objeto que es la tapa- y el espacio virtual pictórico, la negación figurativa del relieve, la consecución del máximo nivel de abstracción que permite el análisis de un objeto realista como este y la falta de implicaciones literarias de cualquier tipo, fueron algunas de las características de estas pinturas y de una pintura que, este autor, califica de ensimismada y que es, en cierta forma, opaca, creando un sentimiento de ambivalencia, por otra parte muy fructífero, en el espectador, muy acorde con lo que el propio artista manifestaba por entonces: "En el momento actual, la fidelidad a la realidad visual se manifiesta de forma contradictoria. Si por una lado el verismo pretende llegar al máximo, a la manera del hiperrealismo, por otro, la disposición del objeto, el encuadre y la supresión de ciertos detalles configuran una imagen convenientemente falsa e irreal. Siempre sitúo el objeto frontal al espectador, sin apenas referencias, lo que contribuye a acentuar la importancia del tema", en paralelo, podríamos decir, con la imagen saturniana que le aplica al pintor el mismo Óscar Alonso, la de un hombre caminando en silencio y cabizbajo por las aceras de la ciudad, que se detiene y contempla, a medio camino de la tristeza y la indiferencia, una simple tapa de alcantarilla. MAC/EAL