Pieza con Alvar Aalto formó parte de la primera exposición, "Últimos trabajos", que Juan Muñoz realizó en 1984 en la galería Fernando Vijande de Madrid, exposición que ha sido calificada como impresionante. Gracias a las fotografías que se conservan de la muestra -una de ellas incluida en el catálogo- se comprende enseguida que no se trata tanto de esculturas individualizadas creando su propio espacio, como de una instalación de piezas que crean entre ellas cierta forma escenográfica de concebir el espacio, las formas incluidas en él y proponer un cierto relato.
El título de esta obra alude al arquitecto finlandés Hugo Alvar Henrik Aalto, conocido internacionalmente como Alvar Aalto que formó parte, en arquitectura, del segundo momento del Movimiento moderno y esa alusión va más allá de lo meramente nominativo, al incluir en la estructura metálica que sirve de soporte y balcón a las dos figuras que dialogan entre sí, la planta, en forma de abanico, de la Casa de Cultura de Helsinki (1955-1958), cuyo auditorio lo concibió en homenaje a la Quinta Sinfonía de Sibelius, dentro de los proyectos de renovación intensiva de la ciudad después de la Segunda Guerra mundial.
Pieza con Alvar Aalto, así como el resto de las esculturas de aquella exposición con las que se relaciona, se inscribe, pues, en un doble proceso respecto del auge de la escultura española de los años setenta y ochenta; por un lado, la escultura ya no se atiene a las pautas clásicas del objeto escultórico -una forma coherente en el espacio o una forma que integra en su composición como núcleo esencial el vacío-, caracterizándose por una mayor autonomía formal y conceptual respecto de los grandes escultores precedentes, y, por otro lado, estas obras encuentran -y el caso de Muñoz es muy sintomático- su fuente de inspiración en otras formas de arte, situadas no necesariamente en el campo de la escultura, a ello habían contribuido las instalaciones de los artistas conceptuales, el arte minimal o el land art, que crearon formas para el espacio, que Muñoz, incluido su interés por la literatura, la filosofía, la antropología, el cine, la magia, el ilusionismo y lo escenográfico, iba a asumir desde sus inicios como artista.
Ese componente teatral o conversacional que caracteriza su obra posterior, ya se encuentra aquí, en estas piezas con balcones, barandillas, hoteles o minaretes con personajes que, pese a su ambigüedad controlada, nos hablan de un deseo narrativo, quizá conscientemente ambiguo y a su vez frustrado, en su relación con el espectador, al que el escultor parece no darle opción de contemplar con sosiego o de disfrutar de un objeto perfectamente definido y acabado en el espacio. Pieza con Alvar Aalto es un buen ejemplo de la inestabilidad -físicamente funcional además en el soporte de cuatro patas que no apoya en el suelo con fijeza- de dos personajes o figuras encerradas en una situación imposible, de la que quizá quisieran huir y que nos trasmiten cierto desasosiego dentro de esa diminuta caja o balcón angosto donde parecen tener una conversación irreal que encaja con la valoración que el estudioso Kewin Power señaló sobre el cambio sustancial al que condujo Juan Muñoz la escultura en los ochenta, lejos de la sumisión a los materiales y al "acabado estético" (del canon escultórico) y lejos, también del egocentrismo típico de la modernidad. MAC/EAL