Todos cuantos han escrito sobre la obra de este artista han subrayado dos aspectos en su breve trayectoria artística, la raigambre expresionista de su pintura y su interés, vitalista, por las ciudades, no tanto por su historia, como por el ambiente que las define y las impresiones que el tejido urbano le producían en su constante deambular por ellas. Su trayectoria artística se ha dividido en dos periodos, el que va desde 1967 hasta 1984, que transcurre en Barcelona, en el que adopta un estilo de vida radicalmente bohemio, que él asimilaba con el lado duro de las ciudades, y otro que comienza con su traslado a Madrid en 1984 hasta su muerte en 2000, pasando por Sevilla, Marruecos y de nuevo Madrid.
Pintor de formación autodidacta, arrastraba -como ha escrito Francisco Rivas- fama de animal urbano que él mismo se encargaba de cultivar con fruición. Pintó ciudades, paisajes y escenas urbanas, pero también paisajes del natural, islas volcánicas, barcos y marinas, dentro de esa línea expresionista que, como señaló Rivas, fue más una actitud que el empleo elaborado de un vocabulario formal, una vía a la medida para plasmar su visión dramática de la realidad; expresionismo, encarnado en influencias asimiladas de pintores como Nonell, Van Gogh, Picasso, Munch o Soutine.
Paisaje del Rastro está fechado un año después de su individual en la Galería Buades, a su llegada a Madrid, ciudad de la que ha dejado, con su peculiar estilo, un número importante de obras. Por su idiosincrasia y forma de encarar la vida, no es extraño que le atrajera este enclave madrileño, tan popular, por antonomasia, y riquísimo en estímulos visuales, que ha gozado de gran predicamento entre las más variadas clases sociales, y ha sido eje de una buena parte de la literatura madrileña. Sus preferencias por este entorno y por el barrio de Lavapiés, de calles estrechas y edificios con solera, le han inspirado a Claramunt esa peculiar visión plástica de la ciudad, de paisajes urbanos elaborados con perspectivas en fuga, acentos cromáticos sombríos, una acentuada tensión entre el color y el dibujo, unido a un peculiar grafismo a medio camino entre la urgencia y la calma, lo desmañado y la precisión que culminan en una construcción del enclave urbano significado por la experiencia personal de su intenso y extensivo recorrido, que él mismo ha comentado de la siguiente manera: "mi planteamiento es urbano cien por cien; asimbólico”.MAC/EAL