La interpretación más extendida considera que las laminillas y puntas con dorso formarían parte de útiles compuestos, encajándose en ranuras practicadas sobre soportes de madera o hueso y reforzando su fijación mediante la aplicación de resinas naturales. Tal y como parece desprenderse de los análisis de las trazas de uso, la parte activa del útil la constituiría el filo no retocado, mientras que el lado trabajado estaría destinado a proporcionar fortaleza a la pieza, evitando su fractura por el lugar en el que se incrusta en el vástago que es el que se ve sometido a una mayor tensión durante el uso. Merino matiza esta interpretación y considera que sólo las láminas de dorso marginal o semimarginal habrían sido enmangadas. Por el contrario las láminas de dorso espeso, habitualmente realizadas mediante retoque bifacial y que han perdido la arista central, resultando demasiado estrechas para ser insertadas, habrían sido utilizadas directamente, sirviendo el dorso para apoyar el dedo índice durante su manejo.
Su función no está clara, aunque la presencia de huellas de uso en las partes angulosas de la pieza hace pensar en que hubieran podido usarse para raer. En el caso de las puntas la ausencia de marcas en su extremo distal descarta completamente su uso como proyectiles.
En cuanto a su cronología las láminas de dorso son elementos característicos de contextos culturales del Paleolítico superior y del Epipaleolítico, resultando imposible establecer una datación más precisa si la pieza aparece descontextualizada, como es el caso del conjunto que aquí nos ocupa, procedente de una recogida selectiva de material en superficie.
Lugar de procedencia : El Parral (Segovia).
Comentario extraído del Catálogo del Museo de San Isidro. Los Orígenes de Madrid