Aparecida en las excavaciones de la necrópolis de Daganzo.
Se trata de la punta de una jabalina, muy típica de las legiones bajoimperiales, denominada spiculum. Se caracteriza por poseer una hoja muy larga y estrecha con una cabeza muy reducida y provista generalmente de pequeñas barbas o aletas para dificultar su extracción, sin disminuir por ello la capacidad de penetración. En su tipología de armas visigodas Ardanaz, Rascón y Sánchez (1998) incluyen esta punta de Daganzo en su tipo 1 de lanzas, considerándola rara, con sólo algún precedente en el tipo V de la clasificación de puntas tardorromanas propuesto por Caballero para las necrópolis del Duero. Estos autores señalan que podría tratarse de un regatón, aunque ellos no lo creen tal. Un análisis detallado permite confirmar la interpretación de Barradas como punta: los regatones tardorromanos tienen siempre forma cónica y no suelen superar la mitad de la longitud de la pieza de Daganzo, en la que además se puede apreciar perfectamente después de la restauración la existencia de una pequeña cabeza triangular con aletas casi perdidas. El desconcierto se debe a que el spiculum forma parte, junto al pilum romano y el angon franco, de una familia de armas que por su diseño y utilización recuerda más al arpón que a una lanza tradicional.
El pilum constaba de una punta formada por una barra de hierro de unos 60 cm de longitud (y poco más de uno de grosor) unida a un asta de madera que le hacía alcanzar cerca de dos metros. Se trataba de un arma para ser arrojadiza, diseñada para penetrar corazas y escudos y doblarse, tras el impacto, impidiendo el arranque e inutilizando el escudo al que se había clavado. Este tipo de pilum se empleó al menos hasta el 200., siendo después sustituida por un arma más corta (pero de parecido diseño y empleo), que Vegecio y Amiano Marcelino denominan spiculum. Un paralelo ajustado, en diseño y proporciones, a la punta de Daganzo puede contemplarse en los relieves que narran el asalto a Verona del 312 del arco de Constantino, donde varios soldados levantan con su mano derecha un arma muy parecida a la de Daganzo, en actitud de arrojarla contra los defensores de la ciudad.
La longitud total de pila y spicula solía ser algo más de tres veces la de su punta metálica, lo que daría entre 1.30 y 1.50 m. para el ejemplar de Daganzo, semejante a la longitud de las jabalinas representadas en el arco de Constantino y compatible con la longitud de 1,50 m. de la sepultura 11 en que fue hallada.
Comentario extraído del Catálogo en línea del Museo de San Isidro. Los Orígenes de Madrid.